miércoles, 21 de septiembre de 2011

Lenguaje en el adolescente

ADOLESCENTES DEL HOY
Hay que tener en cuenta, que no todos los grupos de adolescentes se expresan con un lenguaje particular incomprensible. Y que, muchas veces, las diferencias sociales también imponen términos y modos de giros lingüísticos distintos.
¿En qué academia de idiomas se aprende? Por supuesto, no lo han aprendido de un libro ni existe ningún tratado. Es algo que manejan entre ellos, en el grupo de amigos, en la calle. 
Falta de vocabulario
Un buen método de observación consiste en prestar atención a una conversación telefónica. Los adolescentes demostrarán hasta qué punto son hábiles en el manejo de este idioma peculiar. La conversación con el camarada se vuelve efervescente. Como por arte de magia se pone en funcionamiento la cháchara más macarrónica que uno pueda imaginar.
Las características de este lenguaje especial basculan entre la complicación y lo macarra y, además, el cambio a la velocidad del rayo. La palabra hoy de moda mañana cae en desuso y decirla demuestra que ya no se está en onda. A veces, las palabras provienen de expresiones televisivas; otras se popularizan sin saber por qué y pasan de unos chicos a otros en las partes más alejadas del país.
En general, el vocabulario de los adolescentes suele reducirse a pocos términos; utilizan mucho los tics, las muletillas, las frases coloquiales, superficiales y reiterativas, aptas para comunicarse con los amigos ya que comprenden el código.
Y estas palabras parecen ser totalmente insuficientes para una relación con adultos, algo que les destaca y les concede la ilusión de creerse originales. Se trata de la ya clásica uniformidad adolescente que también aparece a la hora de expresarse.
Ellos no entienden
Los adolescentes, en su ansia por separarse de los padres, deben ser originales y sienten predilección por todo lo extravagante y diferente.
Este afán de estilo propio se manifiesta en la forma que tienen de vestir, hablar y relacionarse con sus amigos. Puede que, incluso, les de vergüenza hablar bien y con corrección, porque lo asocian a un modelo de persona "integrada", algo que ellos no quieren ser.
A esta edad no se valora hablar bien, con corrección y precisión, sino darse a entender con pocos y definitivos sonidos. Por eso, con frecuencia las palabras son reemplazadas por gestos: prefieren levantar los hombros a decir "no sé".
Además, para ellos todo es blanco o negro; el profesor es simpático o apestoso; la comida está rica o vomitiva; no tiene importancia si les resulta desabrida, dulce o agridulce.
Los riesgos de hablar poco o mal pueden advertirse claramente. La pobreza del lenguaje puede indicar una pobreza de intereses, unos horizontes chatos o un mundo interior pequeño.
Una persona con variedad de experiencias, consciente de sus sentimientos y emociones porta una riqueza interior que ha de desbordarse en palabras.
Puede aclarar el ejemplo de lo que ocurre en algunos pueblos esquimales, en los que cuentan con decenas de términos para designar la nieve, correspondiendo a sus experiencias.
No es los mismo la nieve recién caída, que la helada, o la que tiene cristales de hielo, o la que puede ocultar una trampa, etc. cada situación real pide una palabra distinta. En síntesis, mientras más lenguaje tiene una persona, más posibilidades tiene de conocer y aprender.
Además, y aunque no sean totalmente conscientes de ello, los chicos y chicas adolescentes se encuentran en una etapa de formación. Hay profesiones, como el Derecho, las Ciencias Políticas, la Pedagogía y el Periodismo en las que priman las destrezas orales, una buena expresión, estilo al hablar y escribir, etc. Y es algo que no se aprende de la noche a la mañana.
FENÒMENO DEL ADOLESCENTE
Falta de vocabulario
Los jóvenes quieren distinguirse de los adultos. En la forma de proceder, en la de vestirse, en las costumbres y, sobre todo, en el lenguaje. Si logran que este, que es el medio de comunicación por excelencia, sea comprendido solo por sus pares, actuará como la gran barrera que lo separa de los mayores.
 En nuestro país, alrededor de un 16% de los habitantes se sitúa entre los 15 y los 21 años y utilizan ese tipo de lenguaje.
 Un lenguaje que los adultos decimos no comprender, lo que, en muchos ocasiones, no es cierto, ya que, aunque no lo usemos, nos adaptamos con facilidad a él y, en ciertos casos, alguna palabra o expresión ingresa al nuestro. Un lenguaje muy perecedero, que durará solo un tiempo y que, raramente, pasará a integrar el diccionario y el vocabulario de las personas cultas del país. Un lenguaje, diferente al que manejamos cuando fuimos adolescentes, lo que no significa que, como tales, no hayamos tenido nuestra forma especial de comunicarnos. ¿Quién no recuerda: "hacerse la rabona, tener ratones, ser un disco rayado, hacerse papilla, dar vuelta como una media, ir a un asalto, pagar a escote, dar como dentro de un gorro…"?
 Pero, a pesar de todas sus contras, un lenguaje pegadizo, al que intentamos no dejar entrar en el nuestro.
 No todos los adolescentes de un país utilizan los mismos códigos para comunicarse. Así como las diferencias culturales se dan entre los adultos, también se evidencian entre los jóvenes.
 Los que pertenecen a un buen nivel cultural se expresan de determinada forma y se comprenden; los que provienen de niveles sociales con menos educación utilizan una jerga diferente y también se comunican. Lo que, probablemente, no suceda es que ambos grupos se entiendan entre sí, a pesar de ser de una misma edad.
También se establecen diferencias entre el habla de los jóvenes de la capital y la de los del campo.
 Este idioma tan particular se da, sobre todo, en el habla. Cuando el joven se enfrenta con una hoja y se ve obligado a escribir (un examen, una prueba, una carta) se adapta, casi sin pensarlo, a la lengua estándar, a la que hablan los demás, a la que sabe que la sociedad acepta.
Si la comunicación escrita está dirigida a uno de sus compañeros o si utiliza el correo electrónico para hacerla, se valdrá de su lenguaje y las reglas ortográficas no serán tenidas en cuenta. Aparecerán símbolos (la computadora ofrece una enorme gama), grafías extrañas que intentan reproducir lo que en el habla se da con naturalidad.
Sin embargo, cuando dialoga con sus congéneres, utiliza las palabras inventadas, las muletillas, los gestos, los tics…todo lo que lo acerca y lo estrecha a su grupo.
 Aún más original e incomprensible es su lenguaje telefónico o el que se refiere a los términos de la computación.

¿Cuáles son las características predominantes del lenguaje adolescente?
 Muchas e inabarcables. Trataremos las más comunes. Por otra parte, es probable que no todos los jóvenes se valgan de los términos que seleccionamos; posiblemente, también, algunos les den un significado diferente al que hemos elegido.
 La vía de transmisión de este lenguaje es oral, no queda fija y se presta a diferentes interpretaciones.
Resulta difícil llevarlo a la forma escrita porque, en general, ellos no lo hacen y juegan, en la conversación, con los tonos, las acentuaciones marcadas, la repetición de letras.

 




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